miércoles, 25 de mayo de 2011

Tocando la USB (USB Blues)

El otro día estando en el tren de camino a Valencia con motivo de adquirir el bono para el Festival Internacional de Blues que se celebra en la jienense localidad de Cazorla, va y me siento junto a una chica. Que sí, que era bonita, pero lo que me llama la atención es otra cosa. Ella tenía sobre las rodillas un ordenador portátil conectado a internés, y tecleaba con fruición: tak, tak, tak... Asimismo, de sus oídos colgaban dos cables que iban a dar a un teléfono móvil, de esos táctiles, que de vez en cuando era digitado con la conveniente precisión. Y en ocasiones, una mano para el ordenador y la otra para el móvil simultáneamente. La chica, absorta en sus tareas, demuestra pericia en el manejo y trajín de cachivaches electrónicos, tal como un técnico del centro de control de la NASA; conecta y desconecta artilugios al ordenador y al teléfono móvil, habla y escucha música al mismo tiempo, gesticula y hace aspavientos con las manos, por momentos liberadas del contínuo ajetreo táctil para después regresar al tecleo: tak, tak, tak... Sí, sin duda, se trata de una fémina del siglo XXI: la mujer tecnológica.

Por mi parte, contemplo la escena, y procedo a sacar una caja pequeña, modesta. Es de plástico, de color blanco, de unas dimensiones aproximadas de dos cm de alta, otros dos cm de amplia y unos 10 cm de larga. Consigo atraer la siempre inasible curiosidad femenina, ella mira, no a mí (qué más quisiera yo) sino a la caja, y su rostro manifiesta interés en el objeto que tengo en mis manos: "¿Qué es eso?". Le propongo que lo adivine, así que le dejo coger la caja, pero sin abrirla, que la mire, que indague a partir de lo que pone en la tapa. Incluso pongo la caja cerca de su oído y la agito, haciendo mover el contenido, para que suene, tal y como un anuncio de TV de hará unos años: "Verduras El Hostal, ¿Le suena?". La mujer, que ya ha unos minutos que no teclea ni hace aspavientos con las manos, vuelve a coger la caja, la observa, la agita de nuevo y después de unos minutos dice: "Ya sé lo que es, debe ser una conexión modem USB". "Pues no, chica, no", replico yo. "Ah, pues entonces, un reproductor multimedia con conexión USB". "Tampoco, incluso fíjate bonita, podría ser un lápiz de labios, que no es el caso, claro, o un cepillo de dientes". Ella, toda curiosidad, sigue en el intento de adivinar el misterioso contenido de la caja, de descifrar el enigma: "Huys, pues será una memoria portátil USB". "Pues no". Mi respuesta negativa no la hace desfallecer: "Pues una de esas conexiones múltiples de USB". No de nuevo. Ella, a estas alturas, se ha olvidado completamente de su ordenador portátil y de su móvil digital, está completamente intrigada por averiguar el contenido de la pequeña caja: "¿Que será, será?", y por mucho que lee lo que figura en la tapa no lo adivina. Al fin, decido abrir la caja y mostrar lo que en ella se guarda. Ante los muy abiertos ojos de la mujer se desvela el misterio: "Ahí va, eso es, es, es... (le cuesta algo) ¡Una armónica!". En efecto, una armónica de blues, concretamente una Hohner Marine Band, afinada en Do y que ya tiene veinte años. "¿Y suena?". Pues claro, y en un penoso aunque voluntarioso intento por emular al gran Little Walter, hago sonar "la USB" con un acorde de Do, seguido de un par de notas más en plan bluesero totás. Resulta que a ella le gusta. Le explico que hace cien años atrás, en la zona del Delta de Mississippi y el sur de los USA, hombres de raza negra tocaban blues con la armónica y la guitarra. Y que el blues es el padre del rock and roll: "¿Te suena Elvis Presley, bonita?". Respuesta: "Sí" (menos mal, aún hay esperanza, no todo está perdido). Así que la lección continúa: "Pues la música que hacía Elvis y la de los que vinieron después de él viene del blues, de este aparato, trasto, artilugio o trebejo llamado armónica" (marca Hohner, ojo). Ella encuentra interesante lo aprendido, es más, considera más sugerente el sonido de mi armónica que las sintonías de su móvil, por muy digital que sea éste. Y del ordenador ni se acuerda. Y yo sigo, le hago ver que hemos hecho un viaje desde la muy tesnológica época del siglo XXI a cien años atrás, al sur de los USA de principìos del siglo XX, o sea, a la sencillez, autenticidad y atemporalidad del blues. Cien años nos separan, que no serían nada sino fuera porque ella, sin yo preguntar nada al respecto, me confiesa tener pareja. Maldición. Bueno, siempre me quedarán la armónica y el blues.

Y si quieres ver autenticidad, guitarras, armónicas y sudor, puedes asistir a los siguientes conciertos:

- En la sala Durango Club de Meliana tienes un fin de semana de buena música. Más información en la página web www.durangoclub.es

- Viernes día 20 de mayo, en el pub Hot Rod de Sueca, concierto de los siguientes conjuntos: Enderrocs, Nacional 332, y Bajoqueta Blues Band, a las 23.30 h, entrada libre. Más información en la página web www.hotrodcafesueca.com .

- Sábado día 21 de mayo, concierto de Tres Hombres, en la Edad de Oro ( C/San Jacinto, 3), 23.30 h, una dosis de blues rock del bueno. Creo que la entrada son 5 euros.

- Sábado día 21 de mayo, concierto de The Rock Hits, en el pub Black Note (C/Polo y Peyrolón, 5, València), 23.30 h, entrada libre.

- Sábado día 21 de mayo, en el bar El Llorer, de Rafelbunyol, en el Camino el Cebolla nº 28, cena y después actuación del gran Marcos-Elvis, un hombre que imita a la perfección a Elvis Presley. Será a las 23.30 h.

A Robert Johnson, un hombre de raza negra de principios del siglo XX y uno de los padres del blues, le pasó como a mí: que ella tenía pareja. Y si a tí te sucede lo mismo, pues recuerda que siempre puedes dejar los ordenadores, móviles y las USB y coger una armónica o una guitarra para tocar blues. Mientras haya hombres y mujeres en este mundo habrá blues.

Raúl (raulboogie)

http://raulboogie.blogspot.com

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